Los dos asnos

Érase una vez, un campesino que tenía dos asnos. Un día decidió cargar a uno con sal y al otro con platos y odres.

Partieron los dos con su carga y, en mitad del camino, el asno que cargaba la sal se sintió agotado, de manera que la sal era más pesada, en cambio los platos y odres que llevaba el otro asno no pesaban mucho, porque estaban vacíos y, eso se notó en su cara, estaba contento.

En todo caso, el asno que llevaba la sal, decidió sumergirse en una alberca, se sintió como si hubiera vuelto a nacer, porque la sal se disolvió y, salió con mucho ánimo. Y cuando le vio el otro asno, decidió hacer lo mismo y tirarse a la alberca y entonces se llenaron los platos y odres de agua y, cuando salió, su espalda estaba a punto de partirse en dos a causa del peso doblado con el agua.

La lección que se aprende de este cuento es que lo que sirve a uno quizás no te sirva a ti. Antes de intentar imitar a los otros, debes saber y analizar el motivo tras de lo que hacen, a pesar de que el tema te sirva o te haga daño.