Un reencuentro

Una extraña emoción me recorre el cuerpo desde hace varios días, exactamente desde el momento en que encontré por casualidad en el rio del bosque donde vivo, a la tortuga Sabio, un excompañero de la clase. Me extrañó muchísimo que me reconociese, ya que los rasgos de nuestras caras se habían cambiado. Pasaron más de dos décadas y por eso no lo reconocí a primera vista, pero después de que me dijo los nombres de algunos profesores de aquella época, ya pude recordar su nombre y le di un abrazo muy fuerte porque era el mejor amigo que tenía y eso fue en 1983.
Me acuerdo del día del exámen, de que me enseñó muchos métodos para aprobarlo y gracias a él pasé al curso siguiente y yo deseaba que él pasase de curso para que estudiáramos juntos de nuevo, pero sus padres ya habían viajado a otro bosque y seguramente estudiaría en una escuela allí.
Recordé en el día del encuentro que siempre me animaba diciendo: "tendrás un gran éxito en tus estudios porque eres intelegente".
Por eso hasta ahora deseo que el también tenga éxito en lo mismo.
Educadamente lo invité a tomar algo en un árbol gegante cercano que se hizo restaurante para que pudiéramos hablar mejor y, durante todo el camino estaba preguntandome a mi mismo."¿Tendría un trabajo importante? " ¿Se habría casado?" "¿Tendría hijos?"
En el restaurante estuvimos charlando durante un rato. Él dijo que se sintió muy contento de haberme encontrado.
Me pareció fantástico que huviera ocupado un puesto en la dirección regional de la organisación de la ecología en el bosque donde vive ahora.
Fue muy feliz con su esposa hasta que ella tuvo una depresión a causa de la muerte de una rana amiga y se quedó días y días sin comer nada hasta que murió y entonces desde aquel momento estuvo de luto, pero no cabió duda que estuvo satisfecho de que le hubiera dejado dos crias estupendas.
Al final nos despedimos deseandonos el uno al otro tener una buena vida, y decidimos volver a reencontrar nuestra vieja amistad.